sábado, noviembre 12, 2005

Ese odioso pragmatismo

Desde un pragmatismo mal entendido se considera el partido de esta noche más importante que la vuelta en Bratislava. Si la Selección resolviera hoy el partido no tendría ya de qué preocuparse. Así piensan quienes combinan la euforia y el miedo, el superlativo con la crítica desesperada: el retrato del seguidor inquieto.
Ese desviado pragmatismo, que tanto obsesiona a muchos, no revela sino inseguridad. Quienes lo usan tachan al resto de romáticos, de infieles o de neófitos. Para ellos no jugar el Mundial es un fracaso, y si se juega España parte con posibilidades siempre que acompañe la suerte.
Los pragmáticos no tienen memoria, los pragmáticos sólo disfrutan el día después, pero no recuerdan, que incluso ellos vibraron más con aquel doce uno que con la final que todavía no han jugado.
Que se disputen ambos encuentros es el mínimo necesario para completar un análisis que nunca se cierra, qué aspiraciones debe tener un seguidor de la Selección española. Yo lo tengo claro: a mí me gustan los buenos partidos, dentro y fuera de casa, aquellos que no se olvidan, y hoy, o el día de la vuelta, quisiera ver uno de esos. Ya les contará Willy.