domingo, noviembre 20, 2005

el partido que no ví

Ayer sábado noche me tuve que decidir entre ver el Madrid-Barça o asistir al último concierto del festival sinsal 3.0. Ganaron P.G. Six, Samara Lubiesky y el grandísimo James Yorkston. Al llegar a casa, en los resúmenes deportivos, una noticia previsible: el Barça había ganado por 0-3 con un auténtico festival de juego en el que destacó el hipervitaminado Ronaldinho. La media hora que la televisión gallega dedicó al partido me sirvió para corroborar todas mis impresiones previas al encuentro (ya sé que ésto se parece mucho a comentar una película después de ver su trailer, pero espero que se me perdone la licencia):

1) El Real Madrid actual es una caricatura de equipo. De entrada, un entrenador que pretende enfrentarse al Barça de Etoo, Ronaldinho, Deco, Messi y Xavi sin contar con la presencia como titular de Guti, sólo puede aspirar a recibir cuanto antes el finiquito e irse a entrenar algún equipo de Regional Preferente. El trato que ha recibido Guti en el Real Madrid en estos últimos años resulta sorprendente. Dudo mucho que haya en España algún jugador a su altura, con su visión de juego y su capacidad para armar con garantías un ataque solvente. Sus pases en profundidad, su capacidad para ver los desmarques de los compañeros y un sentido de equipo del que carecen la mayoría de sus narcisistas y ególatras compañeros hacen de él un jugador indispensable en cualquier equipo. Eso sería lo normal, pero el Madrid actual es muchas cosas excepto un equipo normal.

2) El Real Madrid actual es una caricatura de equipo. Su "clan de los brasileños", eficaz instrumento de mercadotecnia y singular muestra de como un conjunto de jugadores puede dar lugar a cualquier cosa menos a un equipo es, más que un síntoma, el epítome de lo que entiende por fútbol su presidente: una especie de banda de virtuosos en plan Harlem Globetrotters, capaces de protogonizar un par de hermosas jugadas por partido y de sestear aburridos el resto del tiempo.

3) El Real Madrid actual es una caricatura de equipo. La desconexión absurda entre sus líneas, la fractura absoluta entre defensa y centro del campo, el abandono de cualquier tipo de tarea defensiva por parte de casi todos sus jugadores (salvemos al infatigable Raúl, al acelerado Míchel Salgado, al jovencísimo pero ya gigantesco Segio Ramos y al apestado Guti durante sus escasos veinte minutos) y la tendencia de sus estrellas a mirar con aburrimiento el balón en cuanto las cosas se les tuercen, producen en el espectador una molesta sensación de vergüenza ajena que hoy se materializó en los aplausos que el público del Bernabeu dedicó al tercer gol de Barça.

4) El Barça es un equipo. Sólido defensivamente, bien armado en el centro del campo, con una capacidad infinita para desbordar por las bandas, provocar ocasiones de gol de manera continuada y una idea colectiva de juego que hace que sea muy complicado tanto quitarle el balón como jugar contra él de manera cómoda.

5) El Barça es un equipo. Y sobre él ejercen un liderazgo incuestionable tres jugadores en estado de gracia: Ronaldinho, Etoo y Xavi. En mi memoria sólo recuerdo algo semejante a esta máquina prodigiosa de hacer fútbol: el Barça de Laudrup, Romario y Stoichkov. Actualmente, un derbi entre el equipo blanco y los blaugranas es un encuentro descompensado de entrada, una apuesta segura por el equipo catalán. El RIVAL de este Barça hay que buscarlo en Europa: el Chelsea de Abramovic y Mourinho, la apisonadora británica que juega al fúbol con la eficacia de una cadena de montaje automovilística y el ritmo de un metrónomo en posición de "presto". La más que probable final de la Copa de Europa entre estos dos equipos promete un duelo del que se hablará durante años.

6) El Barça es un equipo. Su presidente -por el que siento pocas simpatías- ha conseguido materializar con paciencia no exenta de algún que otro golpe de efecto un grupo de jugadores que no son meras marcas comerciales para vender camisetas a espuertas. La lógica deportiva no ha sido supeditada por completo a la lógica económica, como le sucede a su rival madrileño. Su entrenador está bastante alejado del modelo mesiánico del histriónico Vanderlei Luxemburgo. Sus estrellas son atletas capaces de hacerse el campo completo cuarenta veces por partido, y sus apariciones públicas no ocupan los sumarios de los programas del corazón.

Por todo ello, qué quieren que les diga, a mí el 0-3 casi me parece un resultado aceptable para los seguidores del equipo blanco.